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La noticia que la semana pasada llenó titulares en todo el mundo fue el fin de la disputa legal entre Ed Sheeran y la familia de Edward Townsend, que acusaban al músico británico de haber plagiado en su popular canción “Thinking Out Loud” a un tema que llenó las listas de éxitos en los años 70, “Let’s Get It On”, compuesta por Townsend junto al ya fallecido Marvin Gaye.

La disputa comenzó hace cuatro años, cuando los demandantes acusaron a Sheeran de haber copiado la melodía, ritmo, armonía, batería, bajo, tempo, coros, y síncopa de “Let’s Get It On”. Como no podía ser de otra forma, internet se plagó de opiniones y análisis de ambas canciones, decantándose de un lado, o del otro. 

El análisis musical del supuesto plagio de Ed Sheeran

Lo cierto es que, atendiendo a los análisis de musicólogos o expertos se encuentran las siguientes características: 

  • La tonalidad es diferente, puesto que la canción supuestamente plagiada está en Mi bemol Mayor (E♭M), medio tono más alto que la de Sheeran, que está en Re Mayor (DM). 
  • Tienen exactamente el mismo tempo. 
  • Comparten la misma progresión de acordes. 
  • Las melodías y sus ritmos son completamente distintas. 
  • El sonido de batería es el mismo. 
  • El “groove es idéntico. 
  • La canción de Sheeran se aparta de esa progresión de acordes en la segunda parte del estribillo.

El productor y músico Rick Beato, que ha ejercido como perito musical y además realiza una labor divulgativa en internet, tras trasponer las canciones para que estuvieran en una misma tonalidad, las mezcló en un vídeo de YouTube y pasaba de una a otra para poder ver diferencias y constatar que, efectivamente, las melodías son muy distintas, pero que lo demás es idéntico. 

El precedente de Blurred Lines 

No es la primera vez que un éxito moderno ha sido acusado de ser una copia de una canción de Marvin Gaye. “Blurred Lines”, la colaboración entre Robin Tickle y Pharrell Williams que, en 2013, reventó las listas de reproducciones y llenaba las conversaciones de la gente, aunque fuera por sus agresivas connotaciones sexuales o por su videoclip “subido de tono”, era, de acuerdo con un tribunal de Los Ángeles, una copia de “Got To Give Up” de Gaye. 

Las melodías y letras de cada canción son radicalmente distintas entre ellas, pero lo que era evidente, es que el groove o sensación rítmica es idéntico, es más, el propio Thickle dijo que intentó canalizar el “rollo” o las vibraciones de los finales de los 70, a la hora es escribir “Blurred Lines”.

La justicia en ese caso condenó a los compositores de la polémica canción a pagar una cantidad que superaba los 5 millones de dólares americanos, así como un alto porcentaje de los royalties futuros a generar por la canción, a los herederos de Marvin Gaye. 

Esta decisión fue criticada por parte de la industria musical y por expertos en la materia. Joe Bennett, un famoso musicólogo e investigador y docente en la Universidad de Berklee, que está especializado en el análisis de música popular y su composición, así como en el peritaje en cuestiones de plagio musical dijo que, desde un punto de vista musicológico, para él, son canciones completamente diferentes porque tienen letras, melodías y acordes distintos.  

Lo lógico sería pensar que, si en aquella canción, en la que la única similitud era el groove, en el caso de Sheeran, que además comparten progresión de acordes, tempo, instrumentación, estaríamos ante otro plagio. Sin embargo, la justicia ha fallado en favor del británico. ¿Qué hay de diferente en este caso? 

¿Cómo se determina que existe plagio en la música? 

Aunque en otras publicaciones hemos hablado ya de plagio, conviene hacer un pequeño recordatorio.  

El plagio no es más que la apropiación de obras ajenas y presentarlas como propias. ¿Cómo se considera que existe plagio? La doctrina del Tribunal Supremo ha utilizado como criterios la falta de originalidad de quien lleva a cabo la actividad plagiaria y las coincidencias estructurales básicas y fundamentales.  

También debemos tener en cuenta que a mayor originalidad, mayor será la protección de la obra, por lo que canciones con una altura creativa menor tendrán más elementos comunes que pueden encontrarse en muchas otras canciones. La originalidad en una obra musical se encuentra en dos elementos principalmente, la letra, en el caso de que la tenga, y la música o sonido, que es el vehículo expresivo de esta categoría de obras. Dentro del sonido, los factores que más hincapié tienen sobre su expresividad son la melodía, la armonía y el ritmo. 

¿Qué elemento pesa más? Aquí entran en juego muchas consideraciones, en la música occidental existe una tendencia a sobreproteger la melodía, dejando a un lado otros elementos, como los rítmicos. En general, lo ideal es atender al efecto de conjunto de la obra musical y, en muchos casos, se atiende al criterio del oyente medio, que podrá valorar si una obra evoca o recuerda a la otra. Esto es preferible a la comparación de pequeños fragmentos entre sí ya que puede dar a falsa apariencia de una mayor semejanza a la que realmente existe. 

La decisión en el caso de “Blurred Lines” pareció centrarse en ese efecto del conjunto y en la evocación, ya que, como vimos, el groove era el único elemento sobre el que se podía afirmar que había sido objeto de copia. Esto traza una línea muy fina entre influencia y plagio, ya que afirmar que una canción que solo copia el estilo, las sensaciones y el ritmo, y no acordes o melodías puede limitar la libertad creativa, siendo cada vez más difícil hacer algo que goce de una originalidad objetiva. 

Implicaciones musicales tras la sentencia

La decisión en “Thinking Out Loud” ha optado por el camino opuesto. Y es que, aunque la copia de progresión de acordes por sí sola no es objeto de protección (por algo la progresión de acordes más utilizada en la música comercial es la famosa I-V-vi-IV), el tempo por sí solo no sea protegible o la instrumentación pueda ser común, su combinación puede dar un resultado original y protegible. No obstante, en este caso, en el que el musical background es idéntico, se ha entendido que, al ser la letra y la melodía distintas, no existe plagio. 

Si esta es la conclusión, en opinión de quien escribe estas líneas, es peligroso. Al margen de entrar a valorar en este caso si hubo plagio o no, determinar la protección de una canción exclusivamente en base a su melodía y letra supone volcar sobre estas el peso de la originalidad de dicha obra, lo que excluye la incidencia de otros elementos sobre esta. ¿Qué sucederá entonces con la música cuyo elemento central es el ritmo, como puede ser el ska, o distintos ritmos africanos?  

Ya la Ley alemana (Urheberrechtsgesetz, UrhG) regulaba la preponderancia de la melodía sobre el resto de factores expresivos en una canción al establecer en su artículo 24 que una obra autónoma que haya sido creada a partir del libre uso de una obra ajena podrá ser publicada y explotada sin el consentimiento del autor de la obra utilizada, salvo que se utilice, de forma reconocible, la melodía de una obra musical y se utilice como base para una nueva obra. 

La estrategia de Ed Sheeran, ¿desazón o farol?

Uno de los motivos por los que este caso inundó los titulares de prensa en las últimas semanas es por el enfoque de defensa que había llevado el músico británico, así como por sus declaraciones. 

Como ya hiciera John Fogerty, Ed Sheeran subió al estrado guitarra en mano para explicar que la progresión de acordes que utiliza es muy común y habitual, cosa que ya te avanzábamos aquí unas líneas más atrás. “Let It Be” de The Beatles, “Champagne Problems” de Taylor Swift o “No Woman, No Cry” de Bob Marley comparten la misma progresión, como también lo hacen entre ellas “Cadillac Solitario” de Loquillo y “With or Without You” de U2. Los acordes no son apropiables, pero sí el efecto de conjunto de elementos, incluso si por separado no son protegibles. Teniendo en cuenta que el veredicto en este caso dependía de un jurado popular, la estrategia de Sheeran resultó efectista, ofreciendo un despliegue artístico en un concierto casi privado. 

A todo esto hay que sumarle la declaración del músico que, ante la oportuna pregunta de su abogada sobre qué pasaría si el resultado del juicio le fuese desfavorable, apesadumbrado respondió que se retiraría. Ciertamente, si has realizado un trabajo honesto volcando un pedazo de ti en tu creación para ver cómo se menosprecia tu trabajo y esfuerzo, el disgusto para el artista debe ser enorme y la sensación de vulnerabilidad, insoportable. No obstante, es innegable que unas declaraciones de semejante calado no impacten al jurado popular, al que se le responsabilizaría de haber terminado con la carrera de uno de los músicos más exitosos y queridos de los últimos años. Una muy buena maniobra de su abogada, lo que evidencia lo que venimos diciendo siempre, es fundamental contar con un buen asesoramiento jurídico especializado, ya que puede ser una ayuda que determine tu carrera profesional. 

Autor: Santiago Bernal Cueto

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