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El streaming llegó a principios de siglo para democratizar el acceso a la música a la población mundial en unos años en los que la industria no estaba pasando por su mejor momento económico, provocando un cambio paradigmático a la hora de consumir música y un terremoto en forma de debate interno y externo entre los principales players de la industria por el tema del millón: el dinero obtenido por la música. Los royalties en el streaming de música entraron en escena y desde entonces se han sucedido las críticas de artistas, debates internos en el sector y propuestas de mejora a nivel político que nunca parecen llegar a buen puerto ni dejan satisfechos a todas las partes.  

Snoop Dogg fue el último artista en dar su visión crítica sobre la forma de repartir los royalties en la industria. El veterano rapero americano lo expresó a su manera:que alguien me explique cómo puedes alcanzar mil millones de reproducciones y no ganar un millón de dólares. No tiene sentido”. Obviamente, el tema de reparto de royalties en la industria musical se ha convertido en algo mucho más complejo que lo que expresa, porque el reparto se ha diversificado y cada vez entran más ramas del negocio en juego: editoriales, discográficas, plataformas, distribuidoras, entidades de gestión y, por supuesto, creadores (productores, compositores…) y artistas.  

Aunque Snoop Dogg también hablaba con la clara intención de promocionar su nueva empresa, pero en España, los hermanos Luis y Santiago Auserón, miembros de Radio Futura, también dieron voz a los artistas criticando abiertamente lo que reciben en forma de royalties del negocio de la música digital, atacando directamente a las discográficas y a la forma del negocio actual de la industria. 

Desde España también, los miembros de Rufus T. Firefly se unieron al debate de los royalties abriendo una nueva línea de argumentación y debate sobre la nueva forma de consumir música desde la aparición del streaming: “no se venden más discos con el ‘streaming’, va a peor cada año. Lo que sí que ha conseguido el ‘streaming’ es que ya nadie se escuche un disco entero. Puestos al robo, casi preferimos volver al clásico”. 

Las críticas son recurrentes por parte de creadores y artistas desde que el negocio de streaming se convirtió en la punta de lanza de la industria alcanzando números históricos de consumo, pero, aunque en 2022 fue capaz de generar más de 17.000 millones de dólares a nivel mundial, parece no dejar contento ni satisfecho a nadie.

Los artistas critican los pocos ingresos que generan por número de reproducciones en plataformas de streaming, además de la poca transparencia que se tiene de las liquidaciones que cobran de los sellos y distribuidoras.   

Aquí hay que hacer un pequeño inciso porque, aunque las críticas son razonables, hay que tener en cuenta la complejidad del modelo y la multitud de figuras de la industria que intervienen en el reparto de royalties.   

David G. Aristegui, profesor del máster en Industria Musical y Estudios Sonoros de la Universidad Carlos III de Madrid, en un artículo para El Confidencial expuso esta complejidad de una manera muy sencilla: 

Los artistas no pueden subir sus canciones a Spotify directamente, porque siempre han obligado a que sus interlocutores sean los distribuidores digitales. Ahí ya hay un porcentaje que se lo lleva el agregador digital.  

Además, explica, “si has firmado un contrato con tu discográfica o editorial, ellos también se llevan un porcentaje por tus canciones y, muchas veces, escogen el agregador que tienes que utilizar”, por lo que “de lo poco que paga Spotify, ya hay dos intermediarios. Aunque pagaran más, hay mucha gente a repartir, así que… ¿cuánto llegaría al músico? Nadie está haciendo esta reflexión».  

Pero no son los únicos afectados, ya que la problemática del streaming llega a todos los sectores de la industria musical y desde todas las direcciones llegan voces críticas al sistema. 

Por la parte de los derechos de autor, editoriales y compositores reclaman mayor parte del pastel, ya que las discográficas (la música grabada) se lleva la mayor parte. Por otro lado, en EEUU los sellos han visto cómo su aumento de ganancia por royalties se ha visto reducida por el aumento de los ingresos de las editoriales gracias al histórico acuerdo Phonorecords III. Y, por último, el propio Spotify está marcando números rojos por el propio sistema creado, lo que ha hecho que la monetización de la música actual esté marcando números decrecientes.  

En este post vamos a analizar cuánto paga Spotify por reproducción a artistas, las principales líneas de mejora en el sistema de royalties para artistas y compositores en el mundo y posibles soluciones y propuestas para intentar solucionar este debate enquistado en la industria.  

¿Cómo se reparten los royalties en la música generados por el streaming? 

Como hemos expuesto anteriormente, en este sistema de reparto entran en juego multitud de players, por lo que primero hay que comenzar explicando las dos vías de ingresos por royalties que existen: la música grabada y la composición musical. 

  • La música grabada: Aquí entran en juego las discográficas, distribuidoras y los artistas o bandas. Los royalties que recibirán los artistas estarán determinados por el % que acuerden en la firma del contrato con su sello o distribuidor.
  • La composición musical: Muchos compositores pueden no ser los intérpretes de sus creaciones, pero sí tendrán derechos de autor de esa canción y, por ende, cobrarán royalties por ellas. Aquí hablamos de compositores, editoriales y entidades de gestión (como SGAE en España) que serán las encargadas de recaudar el dinero y distribuirlo a sus autores. 

Actualmente, el reparto del pastel del streaming entre editoriales, discográficas y plataformas no está del todo claro y en cada parte del mundo es distinto, pero aproximadamente el reparto por suscripciones quedaría así:

  • 30% Plataformas de streaming 
  • 55% Discográficas 
  • 15% Editoriales 

Porcentajes recogidos en «Music streaming market – The place and role of authors and composers» (Estudio sobre el lugar y el papel de los autores y compositores en el mercado europeo de la música en streamingelaborado por la GESAC  (Agrupación Europea de Sociedades de Autores y Compositores) de la que forma parte SGAE.

De este reparto, los artistas y compositores tendrán que negociar con sus discográficas o distribuidoras y con sus editores musicales los porcentajes que van a recibir ellos de los derechos generados. Por ello es tan importante negociar un buen contrato que se adapte al sistema de distribución digital actual. 

¿Cómo y cuánto paga Spotify por la música? El sistema del prorrateo 

Para explicar el problema hay que entender cómo funciona el sistema de reparto de liquidaciones de las plataformas de streaming a artistas. 

El sistema que utilizan las plataformas de streaming para pagar los royalties a los artistas es el de pago prorrateado. Todos los ingresos que obtiene la plataforma, a través de los anuncios y las suscripciones de los usuarios, se agregan en un fondo común del que se retribuye a los artistas, sellos, editores y distribuidores, una vez descontada la parte que se queda la plataforma. 

El sistema de reparto es complejo y depende de muchas variables. Las reproducciones son obviamente las más importante, pero también influyen si las reproducciones son de cuentas gratuitas o premium, los países en los que se escuche tu música, la forma en la que los anuncios le aparecen al usuario o los acuerdos entre la plataforma, las discográficas y las distribuidoras. A esto se le suma que los pagos van variando en función del número de suscriptores y la cantidad de artistas, es decir, que la oferta y la demanda influyen en el pago final. 

En definitiva, es imposible determinar cuánto se paga exactamente por cada reproducción, pero lo que sí es posible es hablar de promedios por reproducción, que nos permiten comparar entre las diferentes plataformas.  

Tabla cuanto paga cada plataforma de streaming a artistas por reproducción en 2023

Posibles soluciones a la problemática de reparto de royalties en streaming 

Desde que existe esta problemática han existido varias propuestas de mejora para un reparto justo y equitativo que pueda dejar satisfechos a todos los factores que intervienen. Vamos a pasar a recoger algunas: 

Un nuevo sistema: mi dinero, mi música o el Justice At Spotify

El streaming ha generado un cisma en el consumo musical. 57.000 artistas representan el 90% de las emisiones mensuales de Spotify, mientras que un 93% de los artistas tienen menos de 1.000 oyentes mensuales. Situación que se ve potenciada por el uso de algoritmos y el cuello de botella representado por las listas de reproducción más populares. Por lo que el actual mercado de la música en streaming se retrata como un sistema piramidal: un pequeño número de canciones acapara una gran parte de los oyentes.   

Mediante este sistema, el sistema de reparto se convierte en bastante injusto con los artistas menos populares, en beneficio de los grandes nombres de la industria que se reparten la mayor parte del pastel.

Una forma de poder “solventar” parte de la problemática podría ser implementar el sistema que propone Will Page, former chief economist de Spotify. Page señaló un modelo alternativo: un sistema de pago centrado en el propio consumo de cada usuario. Esto implicaría «limitar» la tarifa de suscripción de una persona a la música que escucha, convirtiéndola en «mi dinero, mi música» dando como resultado que la tarifa de suscripción de una persona se divida entre los artistas a los que escucha. 

Un sistema que también se trató entre artistas de la industria mundial en la campaña Justice At Spotify.  

Igual no solucionaría el problema de raíz, ya que como hemos visto un 90% de las escuchas se la reparten un porcentaje ínfimo de artistas, pero mejoraría la transparencia del sistema y le daría poder y un uso racional al consumo de cada usuario. 

Acuerdos políticos para mejorar la situación

Otra manera es que las instituciones políticas entren en juego y comiencen a regular el reparto para hacerlo más justo para todos. 

Hace unos años en Estados Unidos se llegó a una histórica resolución, llamada en la industria Phonorecords III por parte del Copyright Royalty Board (CRB), con la que se instó a las plataformas de streaming a incrementar las tasas por los derechos de autor a compositores y editoriales musicales en un 44% en el periodo correspondiente entre 2018 y 2022. Un hecho histórico. 

En la Unión Europea, actualmente, un miembro del Parlamento Europeo está defendiendo una campaña para regular Spotify y otros servicios de streaming de música argumentando que estos servicios no pagan adecuadamente a los artistas musicales y compositores de Europa. 

Iban García del Blanco, miembro español de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas del parlamento, está trabajando en un informe no vinculante que se presentará en el Comité de Cultura y Educación del parlamento. 

Reino Unido también ha tomado cartas en el asunto y el gobierno ha dispuesto un equipo que va a investigar métodos para conseguir una remuneración justa para los artistas del streaming en la industria musical. 

Mayor transparencia: monitoreo de los royalties

Uno de los problemas es la gran opacidad de las plataformas musicales respecto a los repartos de royalties por reproducciones. Una posible solución es un monitoreo general y una mayor transparencia en todo el proceso de reparto de liquidaciones a todos los implicados. 

Aumentar el precio de la suscripción o que no haya sistema gratuito

Propuesta abocada al fracaso desde el segundo uno que la hemos escrito, pero la tarifa de suscripción de Spotify sigue siendo la misma que desde el inicio y queda ya bastante lejos de las de sus hermanas en materia audiovisual, ofreciendo un catálogo mucho mayor que ellas. Esto sin contar que continúa ofreciendo la opción gratuita, una elección que siguen utilizando un porcentaje altísimo de la población.

Esto ha provocado que Spotify esté marcando números rojos cada año. Entonces, ¿por qué Spotify no aumenta el precio de la suscripción entonces? 

  1. La competitividad de empresas rivales: para Spotify la música es su negocio principal, para Amazon, Youtube o Apple no y su división de música puede ir a pérdidas y seguir ofreciendo tarifas más bajas.
  2. Los ecos pasados de las piratea: la población se “acostumbró” a no pagar por consumir música y no estaría dispuesta a pagar más por tener una disponibilidad del catálogo o, al menos, no un porcentaje alto. 
  3. Los consumidores de estas plataformas valoran la música en cuanto a que es una parte de su vida, pero no el valor real y económico de ella.  En muchas ocasiones, se ponen una venda en los ojos para no ver el problema real que existe en esa industria que genera ese producto que tanto les gusta.

Negociar porcentajes de royalties adecuados en los contratos musicales

Snoop Dogg defendió en su intervención la importancia de apoyar a los artistas y ofrecerles la información necesaria para comprender el negocio, ya que muchos se enfrentan a contratos musicales y a modelos complejos sin tener la información adecuada, por lo que siempre se encuentran en una situación de clara desventaja frente a compañías. 

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 Autor: Borja Martín Díaz

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