Skip to main content

La irrupción de las plataformas de streaming, como Spotify, marcaron un hito significativo al ofrecer a los usuarios una vía legal para acceder a una amplia variedad de música y, con ellas, se consiguió frenar la dinámica negativa que había provocado la piratería en la industria discográfica. No obstante, junto con estos avances positivos, han surgido desafíos, siendo las granjas de streams y los fake streams una amenaza latente para la economía discográfica y por ende, para los beneficios de los artistas y compositores.

La llegada del streaming musical democratizó la música grabada, dando la oportunidad al mundo entero de consumir canciones de cualquier artista en el momento que quisiera, algo que maximizó las escuchas (se escucha más música que nunca) y convirtió la palabra stream en una de las palabras más importantes de la industria actual. Desde que esta forma se convirtió en la primera opción de distribución musical, el buscar maneras de conseguir más reproducciones o streams fue el objetivo de toda la industria, prácticas ilegales, como la granja de clicks, entre ellas.

Fake stream farms

Las ‘fake stream farms’ o ‘granjas de clics’ son una práctica fraudulenta que distorsiona las métricas de reproducción en plataformas de streaming, afectando directamente a los ingresos de artistas, compositores y sellos al generar artificialmente reproducciones para aumentar la visibilidad de ciertos contenidos.

Ahora vamos al quid de la cuestión, vivimos en una era donde los streams son fundamentales para cualquier player de la industria discográfica. Desde el compositor hasta el artista pasando por los sellos y las agregadores digitales. Y son importantes primero por las métricas y los datos, segundo por los royalties obtenidos de la distribución digital en el streaming y tercero, porque si juntas estas dos variables anteriores, cuanto más reproducciones tengas, mayor posibilidad de entrar en las grandes listas y, por ende, conseguir más ingresos.

Y aquí no solo entran las canciones generadas por inteligencia artificial o cualquier sonido o ruido blanco subido al streaming que estás granjas de clicks impulsan en reproducciones quitando parte de la tarta de royalties a creadores (algo que Spotify está intentando frenar con los nuevos cambios en su manera de repartir los royalties en 2024). Tampoco estamos hablando solo de hackers o ciberdelincuentes si no que, también, los propios sellos o artistas pueden contratar una de estas granjas de clicks e impulsar sus canciones con miles o millones de reproducciones. Lo cual desvirtúa un mercado que aún sigue lejos de ser transparente.

Las granjas de clics se han convertido en uno de los grandes desafíos para 2024 ya que están arrebatando una gran cantidad de ingresos a la industria discográfica. En este artículo de SFTL, te explicamos qué son, cómo afectan al reparto de royalties en el streaming, cómo Spotify y el streaming están combatiéndolas y si su uso es legal o está regulado.

El fraude de los fake streams de canciones

Los «fake streams» son prácticas deshonestas que implican la generación artificial de visualizaciones o reproducciones con el objetivo de crear una falsa impresión de popularidad o relevancia e inflar artificialmente las métricas de las canciones para así obtener mayores ingresos en royalties. Habitualmente, los fake stream provienen de las denominadas fake stream farms, organizaciones creadas con el fin de generar miles o millones de ellos.

Estas prácticas provienen del marketing digital y surgieron en 2015 en China cuando Google detectó un aumento significativo de «manipulación de calificaciones en la App Store». Desde entonces, la tecnología, y estas organizaciones, han crecido y se extendido más allá de las fronteras asiáticas.

El medio digital Xataka publicó en sus redes sociales un video donde se muestra cómo funciona desde dentro una de estas granjas que se publicitan en internet. La granja que vemos en el video, por ejemplo, está equipada con 10,000 móviles, mayormente de gama baja, muchos de los cuales son dispositivos de segunda mano. Estos móviles están interconectados a través de una red con un pc central que los controla. El software de la matriz central asigna a cada dispositivo tareas específicas, que van desde dejar comentarios, otorgar puntuaciones y likes y, lo que a nosotros nos interesa, reproducciones en streaming.

Además, añade Xataka, que contratar estos servicios es un proceso relativamente simple, y el coste varía según el volumen deseado. Por ejemplo, es posible «contratar» 2,500 interacciones para una foto en Instagram por apenas 15 dólares, con la promesa incluso de que estas interacciones serán de «alta calidad» y estarán disponibles en un lapso máximo de cinco minutos.

Según la web Qoncertapp, 100.000 streams puede costar, aproximadamente, 1500 dólares en estas granjas de clicks.

El Caso de la revista VICE en 2015

En un reportaje de la revista Vice, el autor logró crear su propia granja de clics que simulaba miles de oyentes falsos para probar primero, que con ciertos conocimientos informáticos, cualquier hacker podría lucrarse de las plataformas de streaming y segundo comprobar que el método no era para nada complicado.

El periodista siguió el modelo de Peter Fillmore, un consultor de seguridad en Melbourne que se lucró con más de 1000 dólares en royalties en 2013 y llegó a encabezar listas australianas creando un software automático que escuchaba repetidamente su música.

El periodista de VICE utilizó un servidor remoto para crear cuestas gratuitas en Spotify, así conseguía una infinidad de cuentas distintas. Desde un servidor central, mandaba las credenciales de inicio de sesión a la nube o a pcs reutilizados que ejecutaban la app de Spotify y empezaban a reproducir música con tiempos normales de escucha para no levantar sospechas de la app, cosa que sí sucedió en el caso de Filmore.

El periodista de VICE escogió para la acción cientos de canciones de artistas poco conocidos y, pronto, consiguió decenas de miles de escuchas a cada uno de ellos llegando a generar 32 dólares al día en royalties según sus estimaciones.

Claro, si un periodista solo por el afán de comprobar este modelo, consiguió en 2015 más de 30 dólares por día en royalties… ¿cuánto de rentable puede ser construir o contratar una fábrica de reproducciones que genere escuchas a canciones de las que tengas los derechos?

Sobre este principio nacen las fábricas de streams y, tras estos acontecimientos, Spotify y las demás plataformas de streaming como Apple Music, Deezer o Amazon Music han invertido mucho dinero en mejorar sus algoritmos para descubrir, frenar y banear cualquier stream falso….

Aunque aún queda mucho camino por recorrer y mucho dinero que debe recaer en manos de artistas y creadores están llegando a otras manos.

La carrera histórica por los streams: de la radio a las granjas de clicks

Antes de que existiera el streaming, eran las radios quienes determinaban qué canciones se convertirían en himnos populares en el mundo. Los Djs y presentadores de las principales cadenas de radio de televisión tenían el “poder” de determinar el siguiente éxito comercial y eso no pasaba desapercibido para sellos y artistas.

A partir de la década de los 50, algunos sellos y artistas pagaban a radios, djs y presentadores de programas para que estos reprodujeran sus canciones en el medio. A esa práctica ilegal se la conoció como payola.

La payola es un término que hace referencia a un pago que hace un músico o un sello discográfico a un medio de comunicación como la radio para que lo promocione haciendo que una canción gane popularidad y se convierta en un éxito al reproducirla de manera constante.

Pero, desde el inicio de Spotify, las radios se han vuelto menos importantes para que los sellos y los artistas confíen en ellas para crear éxitos musicales instantáneos. Ahora el dinero está en las plataformas de streaming y el atajo para conseguir un éxito, aunque sea ilegal, son entre otras muchas cosas, las granjas de stream.

¿Cómo afectan los fake streams al reparto de royalties?

Para responder a esta pregunta, hay que conocer cómo funciona el método de pago de Spotify a artistas y cómo se reparte la tarta del pastel de los royalties.

El método utilizado por Spotify para remunerar a los artistas se conoce como pago prorrateado. Todos los ingresos generados por la plataforma a través de anuncios y suscripciones de los usuarios se agrupan en un fondo común, del cual se distribuye el pago a los artistas, sellos discográficos, editores y distribuidores, después de deducir la parte que corresponde a la plataforma.

Estos ingresos dependen de varios factores, algunos de ellos aún desconocidos para la mayoría debido a la poca transparencia de las plataformas de streaming, pero entre ellos, en una posición principal estarán las reproducciones.

Si quieres conocer más sobre cómo paga Spotify cuánto dinero se obtiene por cada reproducción en la plataforma te dejamos este post “Las 7 cuestiones que necesitas saber sobre la música en Spotify”.

Por lo que, estas granjas de streams, no sólo hacen que los artistas escogidos o que han pagado por su servicio obtengan dinero por cada escucha “falsa” que reciben, sino que, están redistribuyendo los ingresos provocando que lleguen menos a los demás.

Además, a veces, las canciones, cuando consiguen suficientes oyentes, pueden entrar en las listas de reproducción más populares y principales de la plataforma lo que va a potenciar exponencialmente sus reproducciones y, por ende, sus ingresos.

Dado que las granjas de streams son muy fáciles de crear y contratar, como ya hemos visto, su presencia está teniendo un efecto enorme en Spotify y en las ganancias de la industria. Durante años se han mantenido en un segundo plano, pero desde hace un tiempo, de repente, gran parte de la industria, además de ciberdelincuentes externos, está utilizando granjas de streams para ganar más dinero, aumentar las reproducciones y conseguir tracción en sus canciones.

Pero, con las granjas de streaming volviéndose cada vez más populares, ¿cómo se defienden las plataformas? ¿Y los sellos discográficos?

Lucha contra fake stream por los servicios de streaming y la industria musical

Como hemos analizado, todo el mundo ha podido ganar dinero del streaming aprovechándose de un sistema que evolucionó a un ritmo exponencial desde su nacimiento y las plataformas y la industria se han tenido que ir adaptando al modelo según crecía, sin tiempo de previsión ni reacción.

Desde entonces, las plataformas han tratado de mejorar su sistema anti-fraude y han invertido mucho dinero en tecnología que detecte los movimientos ilegales en sus plataformas. Eso sí, ningún servicio de streaming ha divulgado públicamente sus sistemas antifraude, aunque, este año debido al incremento masivo de las granjas de clicks, las plataformas han comenzado a hablar públicamente de ellos.

Mismamente Deezer, en colaboración con Universal, anunció para 2024 unos ajustes en los repartos de ingresos por royalties, precisamente, para dejar de incentivar las creaciones de bots que no aportan gran valor musical a la plataforma y, además unos nuevos umbrales de escuchas para evitar estos fake stream.

Spotify, por su parte, ha ido más allá de los umbrales y los ajustes de royalties, y sancionará a distribuidoras y sellos discográficos cuando se detecte actividad fraudulenta en temas que hayan subido a la plataforma, además de borrar esas canciones. Al penalizar este tipo de actividad en el punto de distribución, Spotify quiere crear un elemento disuasorio para las compañías que no operen de manera legal. Además invertirá, aún más, en tecnología de detección de fraudes que hasta ahora, consistía en una mezcla de algoritmo y revisión de equipo humano para identificar álbumes y temas con actividad de streams cuestionables.

Además, si buceamos en la web de Spotify podemos encontrar esto:

Los servicios promocionales de terceros que anuncian streams a cambio de dinero violan nuestros términos y condiciones, y su uso podría resultar en la eliminación de tu música de Spotify. Cualquier servicio que afirme ofrecer un lugar garantizado en las listas de reproducción de Spotify a cambio de dinero infringe nuestros términos y condiciones, y no debe utilizarse.

Cuando identificamos o somos alertados de casos potenciales o confirmados de manipulación de streams, tomamos medidas que pueden incluir la retención de derechos de autor, la corrección de las cifras de streaming y medidas para garantizar que la popularidad del artista o la canción se refleje con exactitud en nuestras listas. Spotify se reserva el derecho a retirar de la plataforma los contenidos manipulados.

Por otro lado, la industria de la música, más concretamente las tres majors Sony, Universal y Warner, publicaron conjuntamente hace unos años un “código de mejores prácticas para ayudar a solucionar el fraude en el streaming”, pero, en realidad, solo es una lista de reglas que no ha podido contener el problema del todo y, además, no tiene ningún aval legal.

Y es que si los métodos anti fraude no evolucionan más, el fraude en streaming sólo seguirá siendo evidente cuando alguien abusa del sistema de una manera manifiesta o con álbumes silenciosos. Un ejemplo es el caso de la banda Vulfpeck que ganó 20.000 dólares con un álbum mudo que lanzaron en un esfuerzo por recaudar dinero para salir de gira a modo de crowfunding con sus fans.

Las operaciones más sofisticadas, como estas granjas de streams, son mucho más difíciles de detectar, especialmente si utilizan muchas cuentas diferentes, lo cual supone una problemática a tratar en este 2024.

Escribe: Borja Martín Díaz

La Newsletter #1 del negocio de la música

Cada semana te traemos las noticias clave, consejos e ideas sobre la industria.

Con enfoque ultrapráctico y sin venderte humo. Para mantenerte al día en lo que tardas en tomarte un café.

    Sobre Sympathy for the Lawyer

    Dejar un comentario